miércoles, 26 de mayo de 2010

Partida de Dragones - Por Victor Mena (Basada en una partida de D&D creada por Alejandro Gómez)


- Enhorabuena Rojo, he de decir que este ha sido uno de los mejores combates que he luchado nunca. Sin embargo… he vuelto a ganar.
Blanco volvio a tomar forma humana y, con un gesto de su mano, la gran arena de batalla con solo tres asientos para espectadores se transformo en una gran sala en cuyo centro habia una mesa redonda que contaba con cinco sillas.
- Tomad asiento compañeros, Rojo, colocaté a mi derecha… No has podido ganarme a mi, pero sin duda, has sido el campeon de esta partida.
El hombre de la tunica roja se sentó a la derecha de Blanco, acto seguido en las tres sillas restantes aparecieron sentados trs hombres, igualmente vestidos con tunicas azul, verde y negra respectivamente.
- Ahora… demos comienzo al siguiente juego, Rojo, has ganado y por tanto, mereces una ventaja. Dominaras el fuego, el agua y la guerra. Justa ventaja para un ganador, suerte.
Rojo se limitó a asentir con la cabeza- Verde, es tu turno, lo has hecho bien, tu segundo puesto te da derecho al dominio de la magia… Y a uno más, que en este caso será naturaleza, Mucha suerte Verde.
Verde se limitó a acomodarse en su silla sin apartar la mirada de Blanco.
- Azul, tu forma de actuar fue extraña… y aunque prometía fue poco eficaz al final. Fuiste el tercero y por tanto te corresponden dos dominios… opuestos por supuesto. Te corresponden el viento y la tierra. Suerte.
- Entendido Blanco – Dijo Azul, con la mirada perdida en el techo.
- Y por ultimo Negro… Fue una lastima que tu plan no triunfara, era prometedor a la par que peligroso… Quiza fue el temor de los demas lo que te llevó a la derrota. Has perdido, y por lo tanto, no te corresponde comenzar con dominio alguno… Aunque, hay otros recursos que podras usar a tu favor ¿verdad?
- Cuenta con ello – Afirmó Negro, mientras daba un golpe en la mesa.
- En cuanto a los dominios libres… como de costumbre seran asignados mas tarde, durante el juego. El bien, el mal… Y nuestro poder natural del frio. Aquellos que sean merecedores del poder lo recibiran a su tiempo.
Cuando Blanco mencionó el frio, tanto el techo como la mesa se empezaron a cubrir de escarcha.
- Y por último, compañeros, las reglas. Ya sabeis que la regla mas importante es no dar a conocer nuestro verdadero ser. No está permitido el ataque directo o indirecto a ningno de los otros jugadores, al igual que no se os permite a los jugadores intervenir directamente en el juego.
Cuando terminó de hablar toda la sala estaba congelada.- Todo comienza en el momento en que todo comenzó, como siempre, el año después de nuestra decisión. Eso es todo, pensad y elegid bien y demostrad vuestra estrategia, teneis todo el tiempo del mundo… - A Blanco se le escapó una sonrisa – como de costumbre.
Los cuatro jugadores desaparecieron dejando solo a Blanco, que empezó a caminar sin rumbo por la sala helada.
- ¿Vigilar el juego eh? Este será el juego que acabe con todo. Aunque por desgracia ni yo puedo romper las reglas, no puedo abandonar este lugar si quiero que todo acabe bien. Pero tu si verdad, tu tambien deseas que todo esta acabe.
La sala helada permanecio en silencio.
- Me ayudaras ¿verdad?
La pequeña figura de un duende con un enorme baston se alejó flotando hacia la salida, mientras por toda la sala helada resonaba una incesante risa aguda.

lunes, 24 de mayo de 2010

Dohar y Morgur (Por Alex y Victor)


- ¡Vamos hermanito! Apenas quedan unas horas para llegar a [ciudad grande, con nobleza]. Y mientras vamos por las calles ten claro que no podrás intentarlo hasta el viaje de vuelta, si es que hay envíos para [ciudad mas pequeña, costera, al sur del continente].
Morgur Ralav, el mayor de los dos hermanos que viajaban en la carreta de sus padres tenía sobre las rodillas un cofrecillo, uno de los muchos envíos que sus padres llevaban a [ciudad grande, con nobleza]. Jugueteaba con un alambre doblado hasta doblarlo a su gusto mientras observaba de reojo la cerradura del cofrecillo. Cuando lo tuvo listo se lo mostró a su hermano.
- Así es como se hace Dohar ¿lo ves? La punta hacia un lado y el resto suficientemente firme. Entonces debes buscar la "forma de la llave" y… - Morgur siguió trasteando con la ganzúa en la cerradura hasta que se escucho un "clic" - ¡ya está!
Subió la tapa de un cofre para ver que dentro había un anillo plateado con una gema grande azulada que brillaba débilmente. Morgur lo examinó con curiosidad y luego lo dejó en su sitio, cerró el cofre de golpe y otro clic le hizo saber que el cofre estaba cerrado.
- No estoy hecho para esto Morgur. Ya te lo he dicho.
- Inténtalo con esta, es suficientemente grande así que si la ganzúa llega a partirse dentro podremos sacarla – Morgur le pasó un cofre algo mas grande a su hermano y puso sobre la tapa la ganzúa.
Dohar empezó a imitar a su hermano pero no conseguía nada, de vez en cuando Morgur le daba indicaciones como "mas a la derecha" o "no lo fuerces o se partirá" y aun asi le llevo unos largos minutos en comparación con la facilidad con la que su hermano había abierto el cofre pequeño.
Pero al final se oyó el "clic".
- ¡Muy bien Dohar! Si el próximo lo abres en menos de una tarde te enseñaré mas trucos.
- No tiene gracia… en fin, veamos de que se trata esta vez.
Era un libro, tenía aspecto de ser muy nuevo, con las tapas grises y sin ningún título visible en la portada, el libro estaba cerrado con una cadena fina de hierro que acababa en cada extremo con un eslabón aplanado cilíndrico, casi como una moneda de hierro. Ambos extremos estaban enrollados sobre la portada, sirviendo de cierre.
- ¡Un libro! – A Dohar se le iluminaron los ojos – Echemos un vistazo rápido – dijo mientras abría la cadena.
Abrió el libro y miró la primera página intentando captar el sentido de las palabras, los caracteres eran desconocidos para ellos, totalmente extraños.
- Es un libro extranj… - Empezó a decir Morgur por encima del hombro de Dohar
- A mi no me lo parece, fíjate.
Dohar no conocía aquel idioma pero había algo en él que le resultaba familiar.
- Nas tarak ed Nivra Alem nazul niharan tar. "Las palabras se grabaran a fuego en la mente de quien puede comprender".
Entonces el libro comenzó a brillar y Morgur observó como en las manos de su hermano el libro comenzaba a brillar mientras las páginas se pasaban, como agitadas por el viento, a una velocidad frenética. De pronto un destello llenó el interior de la carreta y Dohar cayó de espaldas, con el libro cerrado sobre sus rodillas.
La cabeza le dolía a horrores pero su hermano no podía saberlo, lo que a él le preocupaba era que su pelo se había vuelto totalmente blanco.


La carreta llegó a la ciudad cuando Dohar ya se encontraba mejor, no cerraron del todo el cofre, pero si el libro, tenían miedo de que el cabello blanco de Dohar, que parecía demasiado distraído, y las paginas del libro que había quedado en blanco, les delataran. Cuando la carreta de sus padres cruzó las puertas y avanzó hacia la escuela de magos, donde debían entregar una caja que ocupaba casi por completo la parte delantera, Morgur ya se había encargado de usar el carbon que les quedaba para que no se notara el cambio en el color del cabello de su hermano, le recogio todo el pelo que pudo dentro del gorro de cuero que llevaba y puso polvo de carbon sobre el resto, después él hizo lo mismo, la cuestión es que todo fuera como siempre, que fueran casi iguales.
Cuando Dohar espabiló Morgur estaba escondiendo el libro.
- ¿Estas mejor hermano?
- Un poco… ¿Dónde estamos?
- Entregando un envio rápido en la escuela de magia, después supongo que ireis a la mansion del Burgomaestre Conantur y luego, como en todas las ocasiones en que el pedido es para la mansión de Lord Cathan, podrás ver a tu querida Palatina.
- ¡Eh!
- ¡Sh! Sabes que tengo razón, en fin… lo importante es que aun quedan tres días de entregas y probablemente nos quedemos un tiempo más aquí en [ciudad grande, con nobleza] para comprar más articulos, yo esconderé esto – dijo con el libro en la mano – en algún rincón de la ciudad, el cofre parece intacto asi que nuestros padres podran alegar que les fue entregado asi, al menos que yo recuerde en la mitad de las compras que ya estaban concertadas la caja siempre estaba cerrada…
- Bien pero… ¿y la cena en la mansión de Lord Cathan?
- Me temo que tendrá que esperar, he dicho a nuestros padres que intentaré llegar a tiempo, pero si no es posible… Supongo que os encontraré a la noche y diré que estuve con unos antiguos amigos.
- Suerte hermano
- Pasalo bien… ¡Y que no descubran tu pelo!


Fue una tarde aburrida para Dohar, que permaneció en la carreta observando los negocios de sus padres hasta llegar a la mansión de Lord Cathan, un gnomo imponente cuyo sombrero azul brillante despedía destellos al reflejo del sol. Su guardia personal les indicó el lugar del patio exterior donde podían dejar la carreta y a los ponis y luego condujeron a los comerciantes y a Dohar al comedor de la mansión. Sus padres saludaron efusivamente al anfitrión, que, tras ver que habían traído su envio. Se dirigio a Dohar.
- ¿No ha venido tu hermano, joven?
- No señor… ehm… ha salido… encontró a unos antiguos compañeros, pero dijo que no tardaría en acercarse por aquí.
- Este Morgur… un alma libre siempre – dijo con una amable sonrisa – En fin joven Dohar, Palatina tenía ganas de verte, estará en la sala de estar de arriba, ya sabes donde es ¿no?
- Por supuesto Lord Cathan señor. Muchas gracias.
Cathan hizo un gesto a los padres de Dohar, que entraron en el comedor, mientras que él subía para ver a la muchacha que era el motivo de que siempre deseara regresar a [ciudad grande, con nobleza].


Cuando encontró el lugar idóneo, un ladrillo suelto en un edificio que estaba siendo construido a las afueras, dejó el libro, colocó de nuevo el ladrillo, y se dispuso a marchar, después lo pensó mejor y, volviendo a coger el libro, le quito la cadena fina de extremos como monedas con la que había estado cerrado, y se la guardo.
- Es un bonito recuerdo de una fatídica anécdota… sin duda que lo es.
Decidió regresar a la mansion de Lord Cathan caminando, tomándose con calma el viaje, ya era seguro que no llegaría para comenzar la reunión y era seguro que aun quedaba tiempo para la cena.
No había guardias a las puertas, ni en las exteriores ni en las de la mansión, se oía un gran alboroto en el patio. Escaló la verja y se coló en el patio, donde pudo ver que los guardias, supervisados por Lord Cathan, estaban alrededor de la carreta de los Ralav, rompiendo cajas y tirando su contenido por todas partes, parecía que estaban buscando algo…
Morgur lo vio todo claro, buscaban el libro, lo unico que le fallaba era el hecho de que fuera Cathan el que había ordenado aquello. No tenía ningún sentido… Hasta que vio que, cuando incendio con un hechizo una caja grande llena de estatuillas de madera, su gorro se cayó al suelo.
El cabello de Lord Cathan bajo el sombrero azul era totalmente blanco, sin signos de envejecimiento ni canas, solo blanco. Un blanco igual al de su hermano cuando leyó el libro.
Si Dohar estaba en algún lado debía ser arriba, a Cathan no le gustaba involucrar a su hija en sus asuntos y probablemente Dohar estaría con ella. Aprovechando que los guardias se encontraban ocupados entró en la mansión. Debía avisar a su hermano… porque probablemente ya sería demasiado tarde para sus padres.
Subió las escaleras a saltos y cruzó el pasillo hacia la sala de estar, fue una suerte conocer la mansión de antemano.
Los rostros de su hermano y de la joven gnoma que estaba con él se giraron al unisono cuando le vieron entrar. Dohar se levantó para saludar pero él se adelantó.
- Lo siento mucho Palatina, pero tenemos que salir de aquí cuanto antes. Lord Cathan está destruyendo todo lo que transportabamos en la carreta ¡Creo que busca el libro gris! No se donde estan nuestros padres pero he conseguido subir sin ser visto ¡Debemos irnos!
- Morgur... – Dijo Palatina visiblemente asustada - ¿Qué… ocurre con mi padre?
- No hay tiempo para explicarlo ahora, si Cathan descubre que Dohar
- ¿Dohar que? – Dijo Lord Cathan desde la puerta, imponente con su sombrero de pico azul – Tiene el libro escondido y no piensa devolverlo… O tal vez… ¡NO! ¡No puede ser, ¡Maldita sea, quitate el gorro! Aunque encontrase el libro ya no serviría de nada…
- Nunca fue nuestra intención… - Dijo mientras dejaba caer desde dentro del gorro su pelo blanco, que caía casi hasta los hombros.
- Uno de los libros que conceden el don de la magia… está en ti… Pero no te preocupes pequeño… yo he llegado a recordar gran parte de lo que estaba escrito en el libro que me dio poderes a mi:
"Las palabras se grabaran a fuego en la mente de quien puede comprender, tomando forma con el tiempo y la experiencia, dando lugar al mayor poder, desarrollándose en parte o incluso en su totalidad, y en el ultimo día el lector dirá la ultima palabra, será en el final de su historia cuando el libro volverá a escribirse a la espera de un nuevo lector"
- ¡No lo permitiré! – Dijo Morgur – Maldito loco ¿para que quieres otro libro en tu mente? no lo necesitas.
- Un nuevo libro implica una mayor cantidad de poder… llegaré a recordarlo en su totalidad cuantas mas copias consiga leer ¡La copia que se escribirá cuando muera tu hermano será la cuarta! ¡¡Golpe de viento!! – Un vendaval repentino lanzó a Morgur contra la pared. – No tengo nada contra ti así que aparta.
Cathan avanzó hacia Dohar, que estaba paralizado del terror, Palatina lloraba detrás de él sentada en el suelo.
- Despues tu hermano me guiará hasta el libro… ¡¡Rafaga de llamas!!
- No lo… - Palatina se puso delante de un salto -¡¡AAAAHH!!
- Palatina…